ANTONIO MURADO
30 de julio- 15 de agosto
Club náutico de Ribadeo, Lugo
El Club Náutico de Ribadeo presenta a partir del 30 de julio una exposición monográfica de Antonio Murado. Su comisario, Álvaro Alcázar ha seleccionado una treintena de tablas realizadas en los últimos meses que representan pétalos de flores y que, a modo de iconos, apoyan sobre las paredes de la sala de exposiciones del club naútico, creando una suerte de “galería de iconos”.
El conjunto de las tablas presentadas son la muestra de la nueva etapa artística en la que Murado está trabajando y que presentó hace pocos meses en Santiago de Compostela. En ellas se aúnan dos ideas, por un lado introduce el concepto de icono bizantino, por otro rescata la serie botánica, iniciada en los años 90, que es una de las series más conocidas en su extensa trayectoria. Se trata de pequeñas tablas de en torno a los 35 cm de altura en cuyo interior se disponen pétalos y flores en reservas. La idea de icono viene precisamente, por su pequeño tamaño y por la disposición de las flores y el lugar que ocupan en el espacio. Su cómodo tamaño las hacen ideales para poder transportarlas de un lugar a otro con facilidad.
Estas pequeñas “tablas devocionales” que presenta Murado cambian la figuración religiosa propia del icono por grandes pétalos o flores en su interior, dispuestas en una reserva blanca, variable en proporciones. Esta temática nos lleva directamente a los años 90, momento en que Murado, guiado por su afán de experimentación técnica, se inició en la iconografía botánica. Si bien no es el tema en sí lo que interesa al artista realmente, sino la propia técnica y el comportamiento de los materiales empleados. Murado emplea aquí la técnica del soplado, fórmula a la llegó casi por azar, experimentando con la densidad del óleo y soplando en una sola dirección. El resultado fue el que aquí vemos, formas que nos remiten a pétalos que parecen flotar sobre fondos semitransparentes, creando una pintura, donde, como él ha señalado en alguna ocasión “todo es abstracto y figurativo a la vez”.
Con todo ello vemos como Murado reinterpreta el concepto de icono. Las obras expuestas, aunque pequeñas en tamaño, encierran un simbolismo que trasciende su apariencia y al igual que los iconos bizantinos, estas tablas devocionales invitan a la contemplación. La exposición no solo destaca la habilidad técnica de Murado, sino también su capacidad para reinventar y renovar su propio lenguaje visual. Al rescatar la iconografía botánica de los años 90 y fusionarla con la estética y el concepto de los iconos, el artista nos ofrece una visión contemporánea y personal. En definitiva, las tablas de Antonio Murado no solo son transportables en el sentido físico, sino también en su capacidad para llevarnos a un viaje introspectivo, donde la técnica, la tradición y la innovación se encuentran.
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