Andrei Roiter: Obra Reciente

La galería Álvaro Alcázar presenta la exposición monográfica del artista moscovita Andrei Roiter (1960), una muestra que alberga cerca de una veintena de obras, realizadas en los últimos años, que comprenden pinturas y una escultura. Tras doce años de su exposición en la Galería Fúcares, el artista regresa a Madrid con una gran exposición que podrá visitarse hasta mediados de enero de 2024 en la galería Álvaro Alcázar.

La obra de Andrei Roiter es un compendio de toda una serie de vivencias y experiencias personales que se remontan a su juventud -marcada por el totalitarismo soviético- y se extienden hasta el actual clima político global. Cuestiones como la emigración, el exilio voluntario y la búsqueda de la propia identidad, están presentes en el repertorio iconográfico del artista, bien de forma explícita o como referencia simbólica. Así, uno de los elementos que Roiter más repite es el cuadrado con el círculo en el centro, como en Opening #2, #3 o #4, donde el artista nos habla de apertura y huida. Una de sus obras favoritas de su viejo amigo, Ilya Kabakov, es «Man Who Flew into Space from His Apartment» (El hombre que voló al espacio desde su apartamento), la instalación que incluye un agujero en el techo de un apartamento por el que el ocupante se eyectó al espacio. Roiter se relaciona autobiográficamente con la obra, ya que él mismo huyó de Rusia a finales de los 80. Roiter también se inspira en otros artistas que interactúan con los límites espaciales, como Lucio Fontana o Gordon Matta-Clark, quién utilizaba edificios vacíos como medio para abrir enormes agujeros en sus fachadas, dejando  vacío en su interior. En el caso de Roiter, sus rupturas iluminan un espacio oculto y metafísico tras el lienzo.

Las cajas de cartón o de mudanza (Yellow Tower,  Spire) son también constantes en su obra, formando a veces burdas maquetas de edificios que parodian grandes torres empíricas como el Empire State Building o el Kremlin. La arquitectura es precisamente otro de sus temas más reiterados (Ivory Tower), pues hay que recordar que se formó durante algunos años en esta disciplina. 

Desde una perspectiva formal, la obra de Roiter se caracteriza principalmente por su dominio técnico y por la austeridad que envuelve las formas y la paleta, limitándose prácticamente a verdes, sepias, rojos y pardos. En general son colores oscuros y apagados, bajo los que subyace la melancolía del artista y donde sin embargo, persiste la presencia de una delicada luminosidad.

Andrei Roiter desnuda sus sentimientos en esta exposición, sentimientos que, como él mismo ha señalado, representan experiencias universales complejas como la soledad, la falta de fundamento y la fragilidad. Los objetos de sus cuadros son retratos simbólicos y metafóricos de aspectos humanos, brillantemente ejecutados.

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