Una exposición de cerámica japonesa, ¿por qué? Será porque la cerámica es un arte mayor en Japón.

¿Y en Madrid? Será porque es el 150 aniversario de las relaciones comerciales entre Japón y España.

Será porque la aventura de mi vida me llevó a descubrir el país del sol naciente y sus grandes artistas.

Será por tener la suerte de ser amiga de Álvaro Alcázar y sentir este mismo amor al arte.

Será porque nada está escrito y cada día nos reinventamos con una nueva aventura. La vida siempre es dual: un intercambio entre países, Japón y España, Oriente y Occidente; una amistad compartida entre dos artistas, Philippe Barde y Toshio Matsui; un interés común de Álvaro Alcázar y mío en mostrar al mundo madrileño un nuevo tipo de cerámica japonesa.

La cerámica es tierra y fuego, milenaria y primitiva, además en Asia y sobre todo en Japón es el espejo de su propia cultura. Cada tierra proviene de un lugar, posee su propia geología, su historia telúrica, sus propiedades, sus cualidades y diversas dificultades en su manipulación. El fuego, que puede durar una larga semana en un horno de madera especial, es otra fuerza como la violencia de los volcanes o del tsunami pero también es parte de la realidad cotidiana. Al abrir el horno, no se sabe cómo el barro reaccionó, cómo la ceniza quemó la cubierta y desató nuevos colores, o cuántas piezas se quebrantaron por la temperatura. La cerámica es vital, física y mental. En Japón se acepta convivir con los elementos naturales y se acepta dejarse aniquilar por la fuerza universal. Hay siempre una aceptación al entorno en el que se vive, sin rebelión, como ¡frente al universo! En el arte de la cerámica, el artista, a pesar de sus conocimientos, sus técnicas y su experiencia, no deja de estar a la merced del fuego, del agua, de la arcilla. Cada pieza expuesta hoy, es una victoria del artista.

La cerámica en Japón es una filosofía, la representación de un arte de vivir o un modo de pensar. Expresa una religión (zen) a través
de la ceremonia del té, pero es también añadir belleza a lo cotidiano. El objeto y su uso tienen que participar en un acto estético. Cada pieza tiene que cumplir con su función aunque ahora va evolucionando. Actualmente se realizan chawanes o cuencos no siempre aptos para la ceremonia. Es un estudio tanto material como intelectual para una realización moderna, única y estética, siempre regida por normas cualitativas muy exigentes, herencia de una larga tradición. Lo bello es imperfecto, jamás simétrico, siendo el resultado de la representación del mundo desigual y magnífico.

La cerámica contemporánea sigue con el espíritu de representar al mundo y comulgar con la energía universal. Esta introspección sigue siendo un duelo o una apuesta Tierra-Fuego-Ser Humano. Esta exposición es una pequeña muestra de las investigaciones de dos artistas ceramistas muy reconocidos: Philippe Barde y Toshio Matsui, unidos en muchos proyectos durante el recorrido de sus vidas. Uno proviene de Occidente, Suiza; el otro de Oriente, Japón. Los dos comparten el mismo amor por el barro, esencia pura de nuestra tierra, con la misma tradición, la misma cultura, la misma generosidad (los dos son docentes en universidades) y el mismo enfoque en llegar al límite de sus investigaciones. Su gran complicidad les llevó a crear, hace ya veinte años, el PT Project, donde entremezclaron y compartieron ideas, trabajos, cocciones. Son la representación del dualismo del que hablábamos.

En esta exposición dialogan Oriente y Occidente, la unión intelectual y técnica de dos creadores ceramistas en una misma búsqueda. Una amistad que vas mas allá del propio interés, creando piezas cada uno, configurando obras en colaboración.

— Caroline Caffin.

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